viernes, 22 de agosto de 2008

El poder esta en mi mano, el arma: la pluma (parte 2)



El dolor de pensar y el de sentir,
el dolor de las ideas, el dolor del corazón.
El dolor del ser, el proveniente de Adán y Eva
y aquella manzana…
Ese dolor inevitable y sin fundamentos suficientes,
ese dolor casi inventado por una situación inconveniente
en la vida de un ser humano demente
que a veces es tan cruel que no sabe ya si siente.
Ese ser humano que a veces sonríe,
goza, e incluso ama.
Ese ser humano que conversa momentos inolvidables
dejando un lado los dolores para pasar un rato agradable.
Ese ser humano que no logra combatir  las consecuencias de sus decisiones
por inmadurez o por entrar en profundidad con las razones.
Ese ser humano que disfruta llorar al igual que sonreír,
que no sabe que caminos elegir, incluso cuando sus dedos
han escrito libros acerca de opciones caminos y decisiones.
Ese ser humano con corazón poeta, mente poeta y vida rudimentaria.
Ese ser humano que goza ser humano, pero le gustaría ser divino.
que le duele pensar en la mortalidad pero igual le dolería la eternidad.
Ese ser humano confuso, con poco corazón pocas ideas pero demasiada poesía,
letras en exceso y este fenómeno que se apodera de su ser cuando quiere.
Un fenómeno incontrolable que a veces ni razón tiene,
un fenómeno extraño
que la humanidad llama escritura
y la divinidad escrituras.

Este ser humano que con letras intenta arreglar su vida
pero lo único que logra es posponer el duelo y alargar el sentimiento,
lo único que logra es revivir el pasado precipitándose al futuro
lo único que logra es estremecer sus sentidos,
provocando lagrimas y animando al corazón a vivir un día mas
afrontando el presente, sin olvidar el pasado
y sin dejar de soñar el futuro.

Lo único que logra es arrullarse con letras
consolarse con palabras
e idealizar el mundo con su pobre poesía.


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