viaja libre de equipaje, no mires atrás, déjanos,
el llanto no durará por siempre, poco a poco la gracia reinará,
y la gratitud por tu eterna felicidad.
Recorre el camino que tienes al frente,
aquel que un día me confesaste temer
recórrelo míralo de frente, y olvídate del ayer.
Llévate lo que a este viaje se lleva, llévate tu alma, tu conciencia,
siente la tranquilidad y revolotea, entre un mundo de versos y de letras,
esos versos que ayer te llenaron y son ahora tu promesa…
Llévate mi más sincero agradecimiento
por todo lo que conmigo compartiste:
poemas, lectura de cartas, historias, y
bellas palabras para consentirme…
Llévate la seguridad de mi oración,
aquella que te prometí en nuestra última ocasión,
oración que he elevado desde dicho momento,
con el puro afán de liberarte del sufrimiento…
Viaja, ya no hay límites,
no hay tiempo, no hay espacio, ni hay dolor,
y como tu siempre lo dijiste,
solo existe ahora la gracia del Señor.
Anda viaja, ve hacia adelante, y toma la mano del que te espera
baila ese vals que en el fondo suena, un vals tranquilo, con ritmo, y corazón.
Un vals que como todo buen poema, el alma del lector llena y sus ojos inunda de ilusión.
Y cuando ese vals cese y tu alma serena suspire, entonces voltea,
y mira nuestra tristeza con la empatía de un alma que solo conoce la paz,
sonríe, y por los años recorridos, la familia formada, las risas, el llanto y demás,
alza la mirada, date la vuelta y vuelve a bailar…
Sé que ya no te encontraré en tu casa, como era habitual
pero te has convertido en parte de todo, y en mi corazón estás,
serás el viento que sopla por la mañana, el canto de ese pájaro al atardecer
serás la luna que brilla en mi ventana, y el insaciable sol con el que muero de sed.
Eres cada árbol, cada balada, eres todo el amor que cabe en mi ser,
representas para mí la vida misma, haberte conocido fue un placer,
y esos años que frente a mi esperan, los recorreré tomada de tu mano, y de mi fe.
